jueves, 12 de junio de 2008

aininda

A Ti que no escuchas. ¿Lograré conmoverte?



Desde el primer día antes de todos los días,
el día de la consciencia
agazapada sobre la consciencia,
hechizada,
cuando la sola luz ilumina un rectángulo de espacio
(que es mi hogar en cualquier parte)
para dar paso a la desolación acogedora
del abrazo sin pausa,
de la esencia intangible
pero dulce
en que duermo y despierto.

Desde entonces,
una única,
poderosa
y terrible pregunta:
¿qué es esto que es yo?

Habitante de nada,
maestro de sueños
y de horas consumidas,
de pasiones palpables como paredes ciegas,
como golpes terribles de los cráneos amados.
Aprendiz de mí mismo,
del estupor inmenso al final de las cosas,
o el comienzo.
¿Qué es esto?
hecho de símbolo y figura,
pero de carne herida por la historia,
que se agota y duerme,
se estremece y deleita,
hasta extasiarse.
Percepción anonadada de inasible substancia.
Un mismo tormento o una duda,
un pesar en esta ausencia de expresión,
en esta larga vida inacabada,
como el beso
que una vez, eones ha, comenzó,
donde se afanan
todavía extraviados
los amantes.

Y una larga, larga respuesta,
como la sombra de un momento
dulcemente enhebrado
en la cerúlea espalda repasada,
luenga revelación
por siempre diferida...

Nada se acaba,
no se termina el ser,
si alguna vez comienza.
No importa el alma
que se advierte en las horas
o en el pozo brillante
donde unos ojos grandes.
Ni la luz o la lluvia
que siempre nos alcanzan.
¿Y cómo huir del espacio-tiempo?
si dibujándonos ríe
en tanto perecemos,
porque, ¿quién podrá huir de sí mismo?.

Lo importante eres tú,
que, misteriosamente, no eres yo,
tú, que através de las cosas,
sin que te rocen,
vas pasando.
Tú y no nosotros.

Van cayendo, entretanto,
como instantes de reloj,
mis lágrimas.
No hay tiempo
ni aflicción que sean míos,
tan solo ocurre
que mi trabajo es existir,
y la desesperación
es mi camino de ternura.

Largo es el viaje.
Pues soy el peregrino
ante todos los sueños,
que infinitamente lejos de mí
me sueñan.
No tengo nada,
ni quiero tener tanto.

¿Quién es el sabio sin la sabiduría?
la sal si el sabor,
el llanto sin el dolor.
Estas son las palabras
que de mí manan
en horas solitarias
de soliloquios vanos
con la más bella nada:

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