jueves, 10 de febrero de 2011

La razón soñó con la magia. ¿O fue al revés?

"Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" A.C.Clark

Es cierto, pero ¿porqué?. Alzas los ojos a lo alto y no hay techo. Sólo distancia. Lejos. Ardiendo. Puntos que brillan perdidos en la noche. Estallidos de hidrógeno o gemas que penden en la oscuridad. Tú, que eres genes, información y tiempo transformado en entrañas, gritas. Tu voz es blanca y estalla, súbita, confundida en espuma. Pero el silencio llega, siempre. Poderoso. Triunfante incluso tras el murmullo ajeno e incesante de los grillos. El silencio no es tuyo pero lo parece. Aquí y ahora. Junto al aroma del mar y la hierba lejana.

Algo se agazapa tras la nube de tus pensamientos. Y piensas que quizás siempre estuvo ahí. Te rodea, apenas lo sabes, apenas ríes o sufres. En el amor y en el odio, en la indiferencia o el hastío. La cosa en sí. Eso que con persistencia llamas, que insisten en llamarla también los Otros, realidad. Y tú percibes aquí algo de ello, sí, tras el oscuro viento del silencio ahora. Hay un código que casi se revela. Y sin embargo, ese atisbo rápido se apaga y queda nada. Bien lo sospechó Kant, no alcanzas jamás aquello que hay detrás. La cosa en sí permanece siempre oculta aguardando no se sabe qué.

En esta arena, donde tu cuerpo es sólo una huella que barrerá el alba, no hay tiempo pero sí reloj, y el pulso de las olas mide y habla. Pues la matemática es también otro lenguaje, una herramienta más para atisbar aquello que insiste en ser real. Dibujas signos extraños. Y la ecuación de Euler brilla indiferente bajo las estrellas. Una rara palabra para cinco símbolos. Los más importantes. Una sóla palabra. Para la nada toda: el cero “0”. Para la biología y el cambio de sí mismo: “e”. Un uno “1” para lo que es. Para lo imaginario: “i”. Pi para la perfección.

             e^(iп) +1 = 0

Como el suspiro del mar o el tañir del silencio en el vacío. Se pierde el trazo de tu dedo sobre la piel de esta noche. Y arde sólo un momento, entre un golpe de ola y el siguiente, una sóla palabra escrita y disuelta. Devorada. Matemática o magia. Durante un instante se descorrió el velo y acaso atisbaste en un rincón oscuro del misterio. Pasó. Estas como estabas y sin embargo te viene a la memoria aquel antiguo aserto que citaba un gran escritor “Quienes sostienen que todas las cosas están regidas por la fortuna no habrían errado, de no haber persistido en ello”. Piensas en el vacío cuántico vibrando, piensas en el aleph y en los sueños al viento de los poetas. Y te duermes bajo el arrullo de besos infinitos, como olas.

Zazen

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