domingo, 18 de diciembre de 2011

ser

Somos lo mismo
vosotros y yo
hijos del tiempo
en el delirio de las horas
piel contra piel
lubricados de licor
mientras espero
soledad y silencio
porque así está dispuesto
pero yo sé
somos lo mismo
una risa fugaz
el vuelo de una falda
sobre la arena en otoño
el viento.

A través de los caminos
olfateo vuestro rastro
huellas de espuma
muriendo bajo el sol
o devoradas por la lluvia
como la saliva y las lágrimas
de aquel beso postrer
cuando partiste
hija de mi extravío
yo os persigo

domingo, 31 de julio de 2011

Motivos para ir leyendo

¿De qué está hecho el pensamiento?. En el principio fue el verbo. Por eso ahora sólo nos queda la palabra, para enunciar el gozo y el dolor. En nuestro cráneo sólo hay palabras. Palabras que sonríen, lloran o cantan. Palabras o nada. ¿Quién alcanza a narrar un beso o el momento de un brindis? Pero aún están rozando, boca sobre boca, o el cristal a los labios, y ya tiembla su recuerdo en letras melancólicas. Dulces nombres que apenas se concretan en el hueco detras de la mirada. Sólo palabras. Leo porque no doy a basto con los símbolos. Leo porque vivo. Leo porque ser me parece un milagro y quiero ser con muchos que ya han sido, que han leído y escribieron. Porque quiero soñar. Por todos los besos y las lágrimas. Leo porque gastar la vida viendo televisión me parece pecado. Leo porque estoy solo, porque soy solo. Porque no somos nada más, ni nada menos, que seres solitarios. Todos. Apesar de las caricias o aún a costa de ellas. Leo porque sí, porque me gusta. Para dibujar la existencia, la mía, pero también la vuestra, que es la mía, con trazo preciso, con un trazo mejor que si no leyera. Para sacarle más aristas a la vida. Y seguir mi camino con corazón. Porque estoy loco. Sí, esta me gusta, leo porque estoy loco, como Alonso Quijano, como los beats, como los detectives salvajes de Bolaño. Loco. Y en mi delirio, sé que somos como esas pompas que un artriste callejero hace flotar irisadas en el mediodía. Mientras los dioses, sentados en sus terrazas celestiales, contemplan indiferentes el lapso de nuestro universo. Que brota y se eleva y fluctúa un tiempo leve, frágil, para estallar finalmente en apenas un murmullo silente de agua y jabón. Entonces nos olvidan. Lánguidos y ociosos, se ríen de la divinidad menesterosa que, buscando despertar un sueño y recoger unos céntimos gloriosos, escupió la burbuja. Pero ignoran, esos celestiales burgueses, que algún meta-dios se burla también de ellos o acaso siente pena. ¿Quién puede saberlo?. Quizá soy yo quien ríe. Corre el tiempo y yo leo. Consumo mi existencia en muchas dimensiones. Porque para vivirlas hay que poder pensarlas. Por eso leo.

lunes, 20 de junio de 2011

mi lugar

yo poeta desterrado
de la tierra que amaré
un día
poseo rebelde los ejes del tiempo
que me fueron negados
yo loco enamorado
del viento y de las olas
sus besos lloran en mis ojos
de trincheras como instantes
ocultos en tu regazo
morada del futuro
donde mis labios cosidos
claman añorando la nada

sábado, 26 de marzo de 2011

arañas cos silencios

a mirada

cansada neste poema sen rima

tecido cos meus versos

transparentes

desolados

miñas verbas invisibles

que non podes ouvir

mais alá desta dor só teño o sorriso

a través da tua pel

universos

onde as ondas claman

nas ribeiras eternas

que nos teus beizos queiman

heme igual o mercado

só poseo este fado


jueves, 10 de febrero de 2011

La razón soñó con la magia. ¿O fue al revés?

"Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" A.C.Clark

Es cierto, pero ¿porqué?. Alzas los ojos a lo alto y no hay techo. Sólo distancia. Lejos. Ardiendo. Puntos que brillan perdidos en la noche. Estallidos de hidrógeno o gemas que penden en la oscuridad. Tú, que eres genes, información y tiempo transformado en entrañas, gritas. Tu voz es blanca y estalla, súbita, confundida en espuma. Pero el silencio llega, siempre. Poderoso. Triunfante incluso tras el murmullo ajeno e incesante de los grillos. El silencio no es tuyo pero lo parece. Aquí y ahora. Junto al aroma del mar y la hierba lejana.

Algo se agazapa tras la nube de tus pensamientos. Y piensas que quizás siempre estuvo ahí. Te rodea, apenas lo sabes, apenas ríes o sufres. En el amor y en el odio, en la indiferencia o el hastío. La cosa en sí. Eso que con persistencia llamas, que insisten en llamarla también los Otros, realidad. Y tú percibes aquí algo de ello, sí, tras el oscuro viento del silencio ahora. Hay un código que casi se revela. Y sin embargo, ese atisbo rápido se apaga y queda nada. Bien lo sospechó Kant, no alcanzas jamás aquello que hay detrás. La cosa en sí permanece siempre oculta aguardando no se sabe qué.

En esta arena, donde tu cuerpo es sólo una huella que barrerá el alba, no hay tiempo pero sí reloj, y el pulso de las olas mide y habla. Pues la matemática es también otro lenguaje, una herramienta más para atisbar aquello que insiste en ser real. Dibujas signos extraños. Y la ecuación de Euler brilla indiferente bajo las estrellas. Una rara palabra para cinco símbolos. Los más importantes. Una sóla palabra. Para la nada toda: el cero “0”. Para la biología y el cambio de sí mismo: “e”. Un uno “1” para lo que es. Para lo imaginario: “i”. Pi para la perfección.

             e^(iп) +1 = 0

Como el suspiro del mar o el tañir del silencio en el vacío. Se pierde el trazo de tu dedo sobre la piel de esta noche. Y arde sólo un momento, entre un golpe de ola y el siguiente, una sóla palabra escrita y disuelta. Devorada. Matemática o magia. Durante un instante se descorrió el velo y acaso atisbaste en un rincón oscuro del misterio. Pasó. Estas como estabas y sin embargo te viene a la memoria aquel antiguo aserto que citaba un gran escritor “Quienes sostienen que todas las cosas están regidas por la fortuna no habrían errado, de no haber persistido en ello”. Piensas en el vacío cuántico vibrando, piensas en el aleph y en los sueños al viento de los poetas. Y te duermes bajo el arrullo de besos infinitos, como olas.

Zazen