domingo, 15 de abril de 2007
La puerta
Primero soñé que era un santo. Aunque era sólo un derviche que giraba en torno de sí mismo. Más tarde soñé que era un genio erudito que cambiaba el mundo. Pero fue el tiempo quien me cambió a mí. Al final, ya despierto, con la claridad del relámpago, supe que era una puerta oscura, cerrada y vieja. Por los resquicios y heridas de esa puerta se colaba la luz que era Dios. Y comprendí que la obra de cualquier vida dependía de la luz que traspasaba la puerta no de la puerta en sí.
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